Aprovechando la situación, Julián su hermano mayor de siete años, le dijo que ponían las rejas para protegerlo del monstruo que vivía bajo su cama, entonces Pedrito no quiso dormir más en ella y para castigar a su hermano, los cambiaron de lecho. Al siguiente día, Julián amaneció en el suelo y Pedrito dormido tal y como lo habían dejado...
Los señores algo extrañados, llegaron a la conclusión de que la cama era el problema y se deshicieron de ella. Fue la correcta solución, porque los siguientes días, los chicos amanecieron bien acostado y arropados. Pero no había vuelto cada cual a sus respectivas habitaciones.
Un día cuando Julián llegó del colegio, escuchó un leve sollozo venir del armario, creía que era su hermano más pequeño y fue a buscarlo, pero al abrir la puerta se encontró con otro niño al que no conocía. Este lloraba cada vez con más fuerza y no atendía a lo que Julián preguntaba, tras la insistencia, el niño extraño volteó su demacrado rostro, parecía solamente una calavera cubierta de cuero, a la cual le faltaban los ojos, y las lagrimas que lloraba no eran más que polvo. Empujó a Julián contra el suelo, mientras le reclamaba que le hubiesen arrebatado su casa, abría en cada grito su boca como ningún humano puede hacerlo y entre refunfuños y chillidos le dijo al asustado niño: -No muevas tanto la cama, recuerda que vivo debajo de ella y si no me dejas dormir, te tiraré al suelo como la otra noche-… Acto seguido se metió bajo el mueble y desapareció… al menos por un rato, hasta que la noche llegó… lo molestó Julián con sus llantos porque se negaba a dormir en esa habitación.
Un día cuando Julián llegó del colegio, escuchó un leve sollozo venir del armario, creía que era su hermano más pequeño y fue a buscarlo, pero al abrir la puerta se encontró con otro niño al que no conocía. Este lloraba cada vez con más fuerza y no atendía a lo que Julián preguntaba, tras la insistencia, el niño extraño volteó su demacrado rostro, parecía solamente una calavera cubierta de cuero, a la cual le faltaban los ojos, y las lagrimas que lloraba no eran más que polvo. Empujó a Julián contra el suelo, mientras le reclamaba que le hubiesen arrebatado su casa, abría en cada grito su boca como ningún humano puede hacerlo y entre refunfuños y chillidos le dijo al asustado niño: -No muevas tanto la cama, recuerda que vivo debajo de ella y si no me dejas dormir, te tiraré al suelo como la otra noche-… Acto seguido se metió bajo el mueble y desapareció… al menos por un rato, hasta que la noche llegó… lo molestó Julián con sus llantos porque se negaba a dormir en esa habitación.




